miércoles, 20 de mayo de 2009

Otra visión del talento


Utiliza tu talento en pro de los demás, tus derechos son carencias de otros


Allá por finales del siglo XV, un tal Leonardo, artista de gran reconocimiento en aquella época, vislumbró algo grandioso en su ambiciosa y alocada mente, algo que, de ser representado ante los ojos de los seres humanos, rompería la línea de la historia en dos partes, una antes y otra después de su nacimiento. Por más que lo trataba, no podía quitarse esta imagen de su cabeza: -Es bella si, pero llevará mucho trabajo y ya estoy algo anciano- se engañaba a si mismo con excusas que no hacían sino aumentar su intensidad- -Está bien, la llevaré a cabo, aunque no esté muy convencido de mi capacidad para ello- pensó finalmente. Con un gran montón de arcilla que reunió con esfuerzo comenzó su modelaje, mientras aprendices, familia y amigos se encargaban de ir de ciudad en ciudad buscando grandes cantidades de bronce con el que remataría la escultura final. Meses enteros transcurrieron viendo al bueno de Leonardo haciendo por reflejar tal bello pensamiento en tosca arcilla; y tras unos primeros intentos frustrados, parecía que aquello cada vez se iba ajustando más a lo que el perspicaz genio tenía enredado en sus neuronas. Toda la gente de los alrededores estaba al tanto, pues ya bien todos conocían las anteriores proezas artísticas de su talentoso vecino, y a sus oídos había llegado que ésta no tendría comparación alguna con ninguna de sus predecesoras, lo que hacía que aguardaran impacientes al día en que estuviera a punto. Gabriela, una pequeña de unos doce años solía pasar todas las mañanas a eso de las doce y media cerca de la ventana donde Leonardo trabajaba, y con disimulo asomaba su rubia cabellera para contemplar sus avances diarios; ni siquiera el Domingo rompía con esta rutina.


Ocho meses más tarde, tras incontables horas de trabajo, casi setenta toneladas de bronce almacenadas y ciertos atisbos de belleza en el boceto de arcilla, Leonardo anunció algo inesperado: abandonaría sus intentos de terminar cualquier tipo de escultura. Estaba cansado ya, además no necesitaba el dinero que podría sacar por ella, ya tenía bastante. -Rápido, llevaos todo el material y deshechadlo, no quiero tenerlo cerca de mi vista- ordenó a sus discípulos. Cuando se enteraron, Gabriela y todos los vecinos corrieron hacia la casa del frustrado artista para pedirle explicaciones. -¿Es que no puede hacer uno lo que le venga en gana con su trabajo?¿qué explicaciones os debo yo a vosotros?- respondió Leonardo a miles de voces que gritaban desesperadas. La niña tomó la palabra y le contestó: -Como tu dices, era tu trabajo, y el que más esfuerzo debía emplear en él eras tu, pero créeme, desde que anunciaste lo que pretendías hacer, todo el pueblo sabía que tarde o temprano iba a ver algo grandioso. Tenías que haber visto el efecto que causaste en los demás, un ambiente lleno de vida se dejaba palpar entre nosotros, nos sentíamos capaces de hacer cualquier cosa que nos propusiéramos al ver tu tenacidad y perseverancia. Muchos buscaban inspiraciones para reflejar de algún modo su talento artístico, de ningún modo comparable al tuyo, pero lo hacían. Despertaste a la gente de sus sueños imposibles...- -Bueno, bueno- interrumpió Leonardo-, ¿y todo lo que he hecho anteriormente?, hay grandes y bonitos cuadros y obras circulando por las mejores exposiciones, ¿eso no lo valoráis?. De todas formas no entiendo cómo me echáis en cara esto por algo que solo es de mi incumbencia. Además... ¡si ni siquiera tenía forma todavía!- Tomó la palabra otra persona y dijo: - Tus palabras calan hondo en nuestros corazones querido vecino, no hay mucha gente, si no nadie, con unas destrezas similares a las tuyas, y yo personalmente daría mi brazo derecho por ser capaz de hacer una cuarta parte de lo que tu has conseguido ya; pero te digo sinceramente que hasta el día de hoy imperaba en nuestra conciencia un gran sentido de unión con todas tus obras; nuestro día a día se alimentaba en buena parte sabiendo que Leonardo compartía su talento con el pueblo, con sus iguales. Todos lo hacíamos nuestro porque pensábamos que así era. Como bien dices, eres libre de hacer lo que quieras, pero recuerda siempre que quien guarda sus dones para sí o los emplea para su único beneficio tendrá que construir forzosamente una irrealidad en su conciencia que le guarde de la angustia de todo el amor y la ilusión que podría haber transmitido, pues la naturaleza humana permite solo mediante éste amor encontrar la verdadera felicidad; puedes dar vida con tu talento o llevártelo a la tumba; un verdadero ambicioso elegiría lo primero-.


Nuestro sistema nos ha colocado en el lado mas pesado de la balanza, y nos impulsa a seguir cogiendo del otro para desequilibrarla aún más a nuestro favor.

Si no eres valiente y no caminas por su barra de unión para nivelarla contribuirás como uno más a tanta injusticia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El sistema fuerza cerrar las puertas, hacer exclusivo lo diferente u original, y lo exclusivo es caro y por supuesto demasiado cool para la gente normal.

Si una farmaceutica encuentra una vacuna contra la malaria, por ejemplo, ellos están orgullosos de su hallazgo y son ellos quien se llevan medallas y mucha pasta, quienes se endiosan ante tanto reconocimiento y adoración unidireccional.

Pero no son dioses, son personas. Personas normales que estudiaron en colegios y universidades, muchas de ellas pagadas por todos al ser públicas. Además, esta sociedad les dio amigos, novias y maridos, gente con quien compartir sus sentimientos, logros y fracasos. La sociedad, en el fondo, proporciona vidas, porque de ella sale casi todo (ya que todos somos).

La sociedad pues ha invertido -y no sólo dinero, que también y mucho- en fulanito de tal. Su trabajo ha provocado que haya una nueva vacuna contra la malaria, por lo que de alguna forma todo lo que la sociedad le dio le ha sido devuelto de nuevo.

¿Como entonces fulanito de tal se separa de la sociedad???, ¿xk quiere -o cree- vivir al margen -por encima, claro-????


Es lo que yo saco de tu texto tio. X cierto! es menos denso y mucho más ameno de leer porque no es abstracto, tiene una historia que intriga, buscas el final. Y está de puta madre redactado.

el tito

GGF dijo...

Esa es la idea que quiero transmitir. El sistema no solo impulsa a que las personas trafiquen con su talento y lo adecùen a las reglas del mercado, además es la única realidad que les muestra; "tienes destreza en esto o en esto otro, pues utilízala para sacar tu máximo beneficio".

Para crear ese sentimiento de pertenencia, manipula nuestra conciencia para hacernos creer que los resultados de nuestro trabajo son sólamente fruto de nuestro propio esfuerzo, cuando en realidad esto es relativo.

Nos formamos en nuestros colegios y universidades, aprendemos de los mejores expertos y nos cuidamos de tener buena salud para ello; claro que todo esto merece un esfuerzo, más para unos que para otros, pero este es mínimo en comparación con quien no tiene acceso a todos estos medios. Es más, nosotros gozamos de ellos precisamente porque hay gente que no los tiene.

Siendo consciente de que a veces la realidad se toma como demagogía cuando rompe en exceso con nuestra mentalidad, no podemos dejar de lado la verdad de que gran parte del fruto que obtenemos de nuestro trabajo en esta sociedad occidental tiene su razón de ser en una desigualdad social que hemos ya hecho parte de nuestra identidad.

Si tenemos capacidad para cubrir incluso necesidades que nosotros mismos nos inventamos, es porque a otros se les obliga a renunciar a otras más básicas para ellos.

Una cosa es la utopía y otra la razón de ser. Quizá sea difícil cambiar esta injusticia, pero no creo que lo sea tanto tomar conciencia de ello. Algo es algo.

La felicidad del hombre se basa en gran parte en compartir lo mejor de cada uno con quien más lo necesita, y este sistema nos impulsa a lo contrario.

La dictadura del capitalismo tiene su trono en la conciencia, y ahoga todo atisbo de ideología. Lo único que veo son formas de identidad, grupos y tribus sociales carentes de ideales.

Como una muy buena canción dice Tito, el 68 ha muerto ya. ¿Nacerá otra vez?.

Anónimo dijo...

Desde que nacemos tenemos una cuerda atada a nuestro cuello. Nos permite respirar, nos permite sentir, nos permite vivir, claro que si, pero no nos permite ser totalmente libres.

A veces me pregunto como es posible llegar a la autentica felicidad, y solo encuentro un camino. El camino de hacer feliz primero a la gente que te rodea. En tu articulo lo transmites a traves del talento de quien lo tiene (¿y quien no lo tiene?), pero se puede transmitir de muchas maneras.

En esta sociedad, nos hartamos de hablar, pero no sabemos escuchar lo que nos quieren decir. Y eso es lo que les interesa, porque si supiesemos escucharles, todos nos dariamos cuenta de la realidad. Esto no es una lucha contra nadie. Es una guerra interna que tiene todo ser humano. Porque igual de ingenuo es sentirse vivo sin saber el por que de nuestra existencia, como estar muerto por dentro por no hacer el esfuerzo de comprender, analizar y sobre todo escuchar.

Y si, como diria Tito:

El fordismo ha ganado
Un mundo estandarizado
El 68 ha muerto ya.

Yo, Gonzo, no lo diviso. Y tambien soy parte de la culpa. Al menos intento hacer felices a la gente que me rodea. Por algo se empieza.